jueves, 24 de octubre de 2013

Hubo una vez un hombre que nos trajo un sueño.



Un sueño que proyectó para su país, para Argentina.
Un hombre que tuvo la voluntad de revertir la situación en la que habíamos quedado después de gobernar pensando primero en “los de afuera”:
Un hombre que llegó con, apenas, un 22% de los votos a ocupar la Presidencia de la Nación pero que supo construir, día a día, un país distinto.
Y que se ganó la confianza, día a día, de tantos que estábamos desilusionados de la política.
Él supo devolvernos la calle, la participación, la militancia.
Y a los jóvenes les permitió descubrir que el instrumento para cambiar la realidad era por la vía de la política.
Vino a demostrar con hechos y palabras que existía la voluntad de cambiar. Que bajar los cuadros de los represores era parte de una política de Memoria, de Verdad, de Justicia.
Que decirle NO al ALCA era parte de ese cambio de paradigma de desendeudamiento y soberanía. Un cambio de paradigma.
Un hombre que una vez nos dijo, recitando un poema, que quería ser recordado “sin llorar ni lamentarse” 
Y nos pidió (proféticamente?)
quisiera que me recuerden por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.
Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices
la seguridad de los justos
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores
con comprensión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes,
si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de hombre”
Hubo una vez un hombre, un imprescindible, que vino a proponernos un sueño. Nos cumplió ese sueño. Con su vida.
Gracias Néstor!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y se quedaron dormidos...