viernes, 13 de agosto de 2010

LA OPERETA SADOUS ES UNA MALA COPIA DE LA QUE RELATÓ RODOLFO WALSH EN "EL VIOLENTO OFICIO DE ESCRIBIR""



LA OPERETA SADOUS NO ES ORIGINAL, YA HUBO UNA RELATADA POR RODOLFO WALSH. En esa el objetivo era la ruptura de la Argentina con Cuba. En la actual el objetivo es desarticular las relaciones con Venezuela.

LA ÚLTIMA PIRUETA DE ALLEN DULLES EN ARGENTINA.
Los servicios de información lanzan su más ambiciosa maniobra internacional como hundir a Lechín y rasguñar a Castro. ¿Militares argentinos dejan de intervenir en Paraguay para intervenir en Bolivia? Adiós a Allen Dulles.

La más fantástica operación de inteligencia militar, con proyecciones incalculables, está culminando en estos momentos simultáneamente en La Paz, Lima, Buenos Aires, Miami y Washington.
Su objetivo inmediato es la ruptura provocada de la Argentina con Cuba. Su objetivo secundario, facilitar la toma del poder por la derecha boliviana y el resurgimiento de la casta militar en ese país.
Participarían en ella por lo menos un servicio de informaciones argentino, exiliados cubanos en Miami e indudablemente la CIA (Agencia Central de Inteligencia) norteamericana.
Dos de las etapas del operativo se han realizado ya con relativo éxito, a tal punto que el público no las ha relacionado entre sí hasta el momento en que escribo esta nota, 28 de setiembre.
La primera etapa consistió en la publicación casi simultánea en Lima y Buenos Aires de sensacionales denuncias sobre tráfico de alcaloides.
La segunda fue la renuncia a su cargo por un oscuro funcionario consular cubano, que apareció después en Miami, con presuntos documentos robados a la embajada de su país en Buenos Aires.
El nexo entre estos dos episodios aparentemente desvinculados son los nombres de dos funcionarios bolivianos que figuran tanto en las denuncias sobre tráfico de drogas como en los documentos de Miami. El candor con que esa coincidencia ha sido pasada por alto, hasta este momento, por la prensa seria, es profundamente conmovedor.
La revelación de esa coincidencia estaba planeada como el detonante de la tercera etapa, que era la ruptura de relaciones con Cuba.

Primer movimiento
El 19 de julio de este año, La Razón publicó un artículo sobre el consumo de drogas en nuestro país, donde se afirmaba que “uno de los cerebros máximos del tráfico de drogas es nada menos que una altísima figura de la legislatura nacional”. El autor del artículo era el periodista Francisco Mario Vucetich.
El artículo formaba parte de una campaña moralizadora iniciada anteriormente por ese vespertino y, al parecer, no estaba todavía vinculado al plan que comentamos.
Once días después un avión Constellation derribó en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, a un caza Mustang de la fuerza aérea boliviana y el ser obligado a aterrizar se comprobó que llevaba un contrabando que al parecer incluía armas.
Este incidente puso en marcha la maniobra.
El 4 de agosto Vitalio de la Torre, cónsul cubano en Buenos Aires, renunció a su cargo por discrepancias ideológicas con su gobierno y se acogió al asilo. He conocido fugazmente al señor De la Torre; en una breve conversación que tuve con él en 1960 me confió que hacía más de veinte años que no pisaba Cuba. En la función consular había representado al gobierno del general Batista durante siete años.
El 12 de agosto lo que podríamos llamar Operativo “Carambola” está en plena marcha. Esta vez la liebre salta en Lima. El diputado de Falange Boliviana Mario Gutiérrez declara a La Prensa de esa ciudad: “Bajo el régimen de Paz Estenssoro, Bolivia es una gigantesca fábrica de cocaína que está sirviendo para el tráfico de armamentos y la preparación de futuros fidelazos en la propia Bolivia, en el Perú, en Chile y en la Argentina”.
Ahora empieza a funcionar la orquesta. El 23 entran los violines: La Razón publica en primera plana unas “graves revelaciones del Diputado Outes”. No se crean que no son graves. Son terribles, y no deben ser pasadas por alto en lo que tienen de concreto, aun cuando es obvio que la denuncia de Outes ya está siendo instrumentada para fines de política internacional.
Pablo Outes, diputado provincial de Salta (UCRP) afirma que la cocaína consumida en nuestro país procede de Bolivia, que los traficantes y pasadores son una veintena de personas a quienes nombra, que entre los complicados están el gobernador de Salta, Bernardino Biella, y el diputado nacional Jorge Raúl Decavi. Ésta es la parte que podemos llamar concreta e investigable de su denuncia.
La segunda parte, que a nuestro juicio es instrumentada, es la que deja abierta la entrada a otros componentes de la orquesta. Consiste en la mención de dos nombres: el jefe de policía de Bolivia, coronel Luis Gayán Contador, y el funcionario boliviano José Requena, que según Outes dirigen el contrabando desde el lado boliviano de la frontera. Conviene retener esos dos nombres. Un mes después saldrán como conejos de la galera del mago, es decir la CIA, a diez mil kilómetros de distancia. De Requena dice Outes que “puede decirse que tiene en sus manos el dominio de ambas fronteras”. Reténgase también esta frase. Reténgase por último el nombre del ingeniero Guzmán, vicegobernador de Salta, “persona que viene trabajando con tenacidad y con sus propios medios privados en la investigación… del tráfico de drogas”.
Pero la parte más interesante de la denuncia de Outes son dos frases que revelan quiénes son los que están aprovechando el caso en el plano internacional. La primera frase dice: “Viendo que no existía posibilidad alguna de encontrar colaboración por parte de los diputados, que responden directamente al gobernador Biella, abandoné ese camino y busqué el apoyo de una institución nacional”:
La segunda frase dice. “Pero ha contacto con colaboraciones diversas de particulares y de una determinada institución nacional”.
¿Cuál es esa institución? Outes lo calla pudorosamente.
Veinte días más tarde, el 12 de setiembre, entran los trombones. Es una impresionante denuncia del vicegobernador Guzmán. Da no menos de cuarenta y cinco nombres de traficantes, pasadores y cómplices del contrabando de cocaína. Más que denuncia, es un verdadero dossier, arquitecturado con prolijidad que llamaríamos militar.
Se explica. El propio Guzmán lo explica: “He colaborado con el delegado de la Policía Federal., con el jefe del destacamento de la Gendarmería Nacional, con el jefe en Salta del Servicio de Informaciones del Ejército (SIE)…” Parece que ahora sabemos cuál es la “determinada institución nacional” a que se refería Outes.
Una vez más hay que distinguir en la denuncia de Guzmán, o preparada para Guzmán, el elemento original que se refiere al tráfico de drogas en sí, del elemento espurio agregado para forzar un cambio en la política internacional de nuestro país.
La denuncia de Guzmán, o preparada para Guzmán,a punta más alto que la de Outes. Menciona a Gayán Contador y a los hermanos Requena, pero su objetivo inmediato es el vicepresidente de Bolivia. “El hombre que desde hace diez años se halla al frente de este inagotable filón de dólares no es otro que Juan Lechín Oquendo”: Lechín, dice Guzmán “es un eficaz servidor del comunismo internacional”. Ahí está la madre del borrego. China, dice Guzmán, exporta opio, la legación de Checoslovaquia en Bolivia, dice Guzmán, es una fábrica de cocaína, está en toda este Guzmán.
Sin embargo, Lechín es poco. El “dossier” preparado para Guzmán es más ambicioso. “Paz Estenssoro”, dice Guzmán, “tampoco ignora lo referente al avión pirata, el cual antes de su reciente captura efectuó numerosos vuelos al exterior, llevando cocaína: al regreso iba cargado con armas y municiones procedentes de Cuba, las que eran entregadas a agentes subversivos de Argentina, Chile y Perú”.
Henos aquí, pues, en el punto final de la trayectoria de esta campaña sobre las drogas. El punto en que va a fundirse con la campaña contra Cuba, para obligar a Frondizi a romper relaciones con Castro. Durante cuarenta días han marchado cada una por su cuenta. Ahora convergen.
Lo malo de estos cerebros de la guerra psicológica, de estos subdesarrollados maestros de la intriga, de estos desposeídos heredados de Indochina vía coroneles franceses, es que piensan que el pública es idiota. Y que nadie lee y recorta los diarios sino ellos. Y que una campaña de un servicio de informaciones no se puede oler a una legua de distancia.
Al avión capturado en Bolivia a fines de julio pertenecía a la Lloyd Airlines, empresa norteamericana. La carga era embarcada por la Florida Freights, empresa norteamericana. Los televisores que transportaban eran norteamericanos. Su punto de partida y de regreso en los numerosos vuelos que realizó era Miami, ciudad norteamericana. Su piloto se llamaba Robinson, y era norteamericano. Si llevaba cocaína, pues, la llevaba a Estados Unidos, quizás al mismo Santos Lavorante o al mismo George Raft (sí, el actor) que fueron sacados a patadas de Cuba en los primeros días de la revolución. Y si traía armas, las traía también de Estados Unidos, quizá de la misma compañía Interarmco con la que el Ejército argentino ha realizado tan buenos negocios.
En este punto, la denuncia de Guzmán es totalmente falsa, y totalmente puesta al servicio de los verdaderos agentes de la subvención y de la guerra psicológica que envenenan el aire de este país.

Segundo movimiento.
Mientras La Razón publicaba la denunciad e Guzmán, Vitalio de la Torre sacaba el obligado pasaje para Miami. Alrededor del 20 de setiembre se encontraba allí.
El dirigente anticastrista Tony Varona anunciaba una dramática conferencia de prensa donde se mostrarían documentos sustraídos de la embajada cubana en Buenos Aires, “por un diplomático cubano que rompió con Fidel Castro”. El diplomático era don Vitalio.
A último momento, sin embargo, la conferencia se canceló, por intervención directa del Departamento de Estado. “El escándalo de la publicidad” explicó la United Press, “sería desagradable para Frondizi”, que en ese momento se encontraba en Estados Unidos. Y agregaba la agencia norteamericana: “si ante la creciente gravedad que plantea el contenido de los documentos, Frondizi se ve precisado a romper sus relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro, inmediatamente la propaganda comunista echaría a volar la versión que fue por presión del imperialismo yanqui”.
El mismo día, sin embargo, los inquietos exiliados cubanos lograban que el Washington Daily News publicara un resumen de los documentos. Se trataba de presuntas cartas e instrucciones dirigidas al embajador cubano en Buenos Aires, León Antich, por el subsecretario de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Olivares. Y en ellas, desde luego, aparecían los dos nombres sabiamente plantados en el camino por las denuncias de Outes y Guzmán.
Según la United Press, “en una carta se decía a Antich que se pusiera en contacto con un coronel Gayán Contador y un señor Requena. La carta informaba a Antich que esas dos personas estaban encargadas de la frontera” (recuérdese la frase del diputado Outes) “entre Bolivia, Argentina y Brasil… la carta encarecía que las entregas se ocultasen… la carta no revela en qué consistían las entregas…”
La confabulación está a la vista. A un mes de distancia, los nombres citados por Guzmán y por Outes aparecen citados en Miami. Los argentinos ya no creemos en estos milagros. Todo se hace más claro cuando el 26 la UP divulga un extracto de las ciento setenta piezas de que se dice consta la “documentación”, y esta documentación prevé un “plan” cubano de quince puntos, y el punto 8 de ese “plan” dice: “Utilización de la red de contrabando de drogas con base en Bolivia para introducir armas y material de propaganda en la región norte de Argentina”.
Era aquí adonde querían llegar la CIA y sus corresponsales en la Argentina. A forzar una ruptura con Cuba, casi idéntica a la que en 1960, con análogos documentos falsificados, provocaron en el Perú. Y si el presidente Prado se prestó a la maniobra, Frondizi le hizo decir a Prío Socarrás que estaba durmiendo, cando el famoso ladrón de veinte millones de dólares le fue a llevar los documentos.
Esto desencadenó el alud. En el momento en que termino este artículo llueven documentos por todas partes. Colman las primeras planas. Toda la ciudad está empapelada de documentos.
En mi próxima nota demostraré que, en un sentido, son demasiados documentos. Y que en otro sentido, son demasiado pocos.
En uno de ellos, por supuesto, aparece lo que al comenzar este artículo me palpitaba que iba a aparecer, una carta de la cancillería cubana a Antich donde entre otras cosas le dice: “Trate de establecer contactos personales con el coronel Gayán Contador y el señor Requena, los que, como hubo de informarle el Comandante Dr. Ernesto Guevara, son quienes manejan la zona fronteriza”.
¿No les suena esta frase?. Es la que ha pronunciado el diputado Outes. Una simple ojeada a este diluvio de papeles revela contradicciones tan fabuloso que desde ya me atrevo a decir que los he de pulverizar en mi próxima nota. Para ello no necesitará siquiera las fotocopias –que el Frente de exiliados cubanos sólo ha entregado aquí a la prensa adicta. Me bastará con lo publicado en los diarios.
Por ahora apenas he de señalar un absurdo tan grueso que por sí solo destruye toda esta presunta documentación. Es el “documento” 318 que según La Prensa del 30 de setiembre está fechado en julio de 1961, y según La Prensa del día siguiente está fechado el 30 de junio. Pasemos por alto el detalle de que el 30 de junio Antich no estaba en Buenos Aires. Lo increíble es que este “documento” atribuye a Borlenghi la dirección –por cuenta del gobierno de La Habana- del movimiento peronista de izquierda.
El argentino que redactó este “documento”, el mismo que habla de no “quemar” a Palacios, no sólo ignora que en Cuba no se habla el lunfardo, sino que Borlenghi fue arrestado en La Habana al producirse la invasión de abril, e inmediatamente deportado por extranjero indeseable, condición que conquistó por su amistad con el exiliado Pardo Llada.
El miércoles 27 de setiembre Kennedy relevó de su cargo a Allen Dulles, el jefe de la Agencia Central de Inteligencia, mundialmente famoso por la “Operación Guatemala”; por el avión U-2 derribado en Rusia y por el célebre fiasco que en honor a sus organizadores ha pasado a la historia como la “Batalla de lso Cochinos”. Lo que estamos presenciando no es otra cosa que la última hazaña del desenfrenado conspirador y de sus atentos corresponsales en nuestro país.
A nosotros nos tocará desmontar alguna de las rueditas del engranaje. Lo haremos con mucho placer.
(N.del E. no se ha podido confirma la existencia de la anunciada segunda nota.

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