miércoles, 10 de febrero de 2010

LA DIRIGENCIA DE PROYECTO SUR NECESITA VACUNARSE



















Por Susana Velleggia



Un librito de la biblioteca marxista clásica que, entre otros, me dio a leer mi padre -un lector insaciable de este y otros temas- produjo en mí el efecto de una vacuna política.

Con el paso de los años pienso que darme a leer “El Izquierdismo, enfermedad infantil del Comunismo” en aquél momento, fue una táctica protectora de mi viejo, que aplicaba métodos indirectos de persuasión sin pronunciar jamás las palabras “te prohibo”. Por entonces yo militaba en una agrupación de la Facultad de Filosofía y Letras y algunos compañeros empezaban a ingresar a ciertas organizaciones –armadas- e intentaban convencerme de hacer otro tanto. Sus discursos eran de un ultraizquierdismo tremebundo, epopéyico, grandilocuente y provocaban un fuerte impacto emotivo. Sin embargo, a mí me producían el efecto contrario al buscado: yo estaba “vacunada” ¡y tan luego por Lenin!

Los afectados por “la enfermedad”, según el autor, suelen incurrir en varios errores, entre ellos dos que son fatales: no comprender cuál es la contradicción principal que atraviesa a la sociedad en un tiempo histórico determinado -y, por ende, ignorar las condiciones históricas “objetivas” que hacen factible o no el triunfo de un movimiento revolucionario- y equivocarse en la identificación del enemigo principal. El primero puede ser corregido con la praxis, pero el segundo provoca daños irreparables: quien lo comete está favoreciendo a la contra-revolución, sea o no conciente de ello. Puede incurrirse en este pecado capital a causa del ideologismo voluntarista característico de la inmadurez, que obnubila la razón al punto de confundir ideología con práctica política, o bien por simple oportunismo. La “enfermedad” no es privativa de cierta etapa biológica y puede hacerse crónica o atacar a los no inmunizados aunque estén en la tercera edad. En cualquiera de los casos es usufructuada -y a veces propiciada y hasta financiada- por los sectores políticos mas retrógrados.

En nuestro país –y en otros- bajo invocaciones contrarias al “populismo” o, en su caso, al “reformismo pequeño burgués”, las fuerzas de izquierda se prestaron a parir frentes políticos bastardos, que terminaron desconociendo a su madre revolución para quedar tutelados por la paternal guía del más rancio conservadurismo neoliberal. Desde el peronismo este tipo de amuchamientos es designado genéricamente con dos palabras: Unión Democrática.

Cuando Octavio Getino y yo escribimos el artículo “Deben ser los buitres deben ser” (Página 12, 15-01-10), al que se refiere Argumedo en su nota “El drama y la farsa” (www.Infosur.info, Nº 65, 26-01-10) creímos innecesario aclarar que, hoy, el empleo de aquellas dos palabras constituye una alegoría. A la par de remitir a un hecho político bochornoso de nuestra historia, tienen una carga simbólica que designa una cosa distinta del referente real pero cuyo significado profundo devela. Esta es precisamente la función poética que cumplen en todo lenguaje la alegoría y la metáfora. En este caso: “quien se acuesta con el enemigo no alumbra revoluciones sino monstruos”…

Me extraña que una persona que merece mi mayor respeto intelectual y hasta mi afecto, como Alcira Argumedo, caiga presa de un ataque de dogmatismo silvestre tan agudo como para no identificar una alegoría (ojo, también lo es el título del libro de Lenin). Escasa de argumentos políticos, su citada nota incurre en excesos discursivos e interpretativos al apelar a ciertas estadísticas muy parciales y recortadas, adornadas con las archiconocidas frases de los Marx; Carlos y Groucho. En el caso del primer Marx, el precursor de la cita es el venerable Heráclito y su famosa alegoría fluvial, que se refiere a la historia no a un paseo en barco por el Delta.

Cuando escucho los discursos ideologistas, tremebundos y grandilocuentes de ciertos intelectuales y dirigentes opositores, entre ellos los de Proyecto Sur y veo sus prácticas político-histriónicas -profusamente publicitadas por TN y medios satélites- viene a mi memoria aquél breve libro de Vladimir Ilich que tanto atesoraba, quizá por ser un preciado recuerdo de mi padre que perdí en alguna apresurada quema de biblioteca o mudanza. Mis recuerdos del texto ponen en marcha una voz interior que me hace tomar inmediata distancia del enunciador y su enunciado. Las poses ultristas del “todo o nada”, de las que hace gala la dirigencia de Proyecto Sur, exhalan un tufo a aquello que Marx y Engels condenaban con la palabra “filisteísmo”, curiosamente excluida del discurso político actual pese a su práctica intensiva en estas latitudes.

Los discursos violentamente dicotómicos remiten, asimismo, a la remanida oposición civilización / barbarie cara al Iluminismo. O sea, al eurocentrismo de los promotores de “una” cultura, “una” institucionalidad política y “una” razón, consideradas las únicas civilizadas y, por ende universales. Sus representantes afirmaban que estaban predestinados a “llevar las luces de la civilización a los pueblos sumidos en la barbarie”. Cuesta creer que la elementalidad de esta matriz de pensamiento haya fructificado en tantas ramificaciones, alumbrando doctrinas nefastas -sin ir mas lejos la de la Seguridad Nacional- y prácticas políticas siniestras, de derecha y de izquierda, que pulverizan el imprescindible vínculo entre ética y política. Matriz que sigue dando soporte, tanto a procesos de opresión y exterminio enmascarados con consignas reductivas –“eje del mal”; “lucha contra el terrorismo”- como a “fugas hacia delante”, amigas de adjetivar sustantivos; progreso, civilización, república, democracia, patriotismo, cambio. La evidencia empírica señala que las “fugas hacia delante”, sean por derecha o izquierda, construyen verdades absolutas como trajes prêt a portér en los que luego se pretende que la realidad “encaje”. Como esto no sucede, sus autores concluyen estrellando a las sociedades en los más profundos abismos.

Ninguna persona madura que se autoproclame progresista, defensora de las instituciones, el medio ambiente, la democracia y/o el cambio revolucionario, asume el talante lumínico arriba descrito, ni ostenta ser poseedora de la verdad absoluta como si se tratara de un parque temático de su propiedad. Tampoco acostumbra tomar baños de inmersión diarios en esa pegajosa gelatina de autoreferencialidad que, en el caso de algunos grandes personajes históricos, se denominó “culto a la personalidad”.

El autobombo narcisista cansa a la audiencia que, cuando ya lo conoce, cambia de canal. Anunciar y describir cataclismos en nombre de la verdad revelada, para demostrarse portador -o portadora- de una utopía iluminadora que nos salvará del infierno para trasladarnos al paraíso, no sólo resulta inverosímil a esta altura del siglo XXI sino también poco ético. En Argentina, el miedo no cumple la función de amalgamar a la sociedad para sobrellevar guerras prolongadas contra “otros” externos. La etapa del “enemigo interno” también parece haber finalizado y, a falta de noticias más conmocionantes, solo pueden agitarse los fantasmas esperpénticos de la “inseguridad”.

Hoy la principal guerra es simbólica y tiene lugar a escala global. Ella consiste en la lucha por la imposición del sentido, que es comandada en nuestra aldea por un grupo multimedia privado seguido de una oposición que hace cola fuera de cámara para proferir discursos descalificadores del gobierno, sin respiro, ni medida. Tras estos sudorosos menesteres se oculta la trágica atomización en alrededor de 23 bloques parlamentarios –varios “unipersonales”- y más de 200 partidos políticos y frentes electorales. El menú a la carta de estas fuerzas va, de los más banales lugares comunes enunciados de manera ampulosa, a los preconceptos de un conservadurismo cavernario, pasando por el consabido catecismo del izquierdismo infantilista en permanente fuga hacia adelante. Muchos de estos dirigentes entienden la política como el arduo quehacer de oponerse a todo lo que enuncie o haga el “otro”, pero están unidos por una coincidencia básica: disimular la crisis que afecta al sistema político argentino. Esta fragmentación canibalesca evidencia que el objeto de tanta disputa no son proyectos de país diferenciados, sino la desesperación de ciertos sujetos por diferenciarse para ocupar espacios de poder.

Fatiga que el pasaje de la infancia a la adolescencia de estos dirigentes lleve tanto tiempo y ocupe tantas páginas, pantallas y energías denuncistas, involucrando sin escrúpulos morales ni temor al ridículo, a una vapuleada Justicia con tal de “embarrar la cancha” para imponer una verdad -la de ellos- como la única posible, a un gobierno elegido por el pueblo con todos los requisitos de la institucionalidad democrática que dicen defender. Cuando esto sucede, se supone -quizá erróneamente en el caso particular de la Argentina, no así de otras democracias- que el / la Presidente (a) está obligado (a) a formular políticas públicas que, necesariamente, pasan por la toma de decisiones. Más allá de los errores a los que lleve la dinámica solipsista de toma de decisiones, está claro que, salvo honrosas excepciones, no existe una dirigencia opositora con la estatura política, intelectual y moral necesaria para establecer un diálogo civilizado y maduro, sino una jauría de lobos famélicos que amenaza todo el tiempo con devorarse a Cristina de un mordisco, sillón de Rivadavia incluido.

El Iluminismo opositor se basa en la descalificación y demonización permanente del “otro” como única estrategia para acrecentar el poder propio. Además, apela a sobreactuaciones que bordean el grotesco y arrasan con la credibilidad de la política, al reducirla a un juego de poder que desecha el debate de ideas para ego-centrarse en las tácticas de posicionamiento de los “líderes esclarecidos”. Lejos de aportar a la construcción de sentidos que ayuden a la sociedad a comprender la compleja realidad que vivimos y a construir alternativas políticas superadoras, estas prácticas y los respectivos discursos justificatorios, constituyen un peligro. Es de sentido común que, cuando en el mundo persiste la tempestad generada por el insaciable fundamentalismo financiero neoliberal –que muchos de ellos aún defienden- no se zarandean las paredes, todavía débiles, de la propia casa. Protegerlas no pasa por la dicotomía oficialismo / oposición, sino que es una responsabilidad cívica colectiva. Al menos así sucede en las democracias maduras que algunos citan como modelos que “este gobierno debería imitar”…

En ejercicio del papel de desbordado semántico que se autoimpuso para la construcción de su personaje público –quizá para competir con Carrió- afirma Solanas en un reportaje periodístico reciente: “Cristina tiene que hacerse cargo de haber hecho pareja con un traidor”.¿Es este el debate de ideas de una fuerza política que se propone conducir e país hacia un destino luminoso? ¿No se trata mas bien de la actitud adolescente que se cree con derecho a sobreactuar su iracundia y condenar al “otro” con su dedito acusador, al solo efecto de autoadjudicarse la pureza de un recién nacido y la clarividencia de un anciano sabio?

Hay muchas preguntas que ningún periodista “independiente” hace a los dirigentes de Proyecto Sur. Creo tener derecho a plantearlas y a que los representantes políticos del pueblo las respondan sin coartadas leguleyas.

¿Por qué Solanas apela a la causa Nº 14.467 “Olmos , Alejandro S/dcia" de 1993, sobre la ilegitimidad de parte de la deuda externa –vaya a saberse cuál después de 30 años- para impugnar el Fondo del Bicentenario y la emprende contra Cristina pero no denuncia penalmente a los más de 50 personajes allí implicados hasta el caracú con nombres y apellidos, entre los cuales se encuentran José Alfredo Martínez de Hoz, Alfredo Diz, ex Presidente del BCRA, José Luis Machinea ex Gerente de Finanzas del BCRA, Domingo F. Cavallo y otros?. Deben sumarse los negociadores oficiales de la deuda que, después del daño ocasionado al país, siguen dictando cátedra por TV: Horacio Tomás Liendo, Daniel Marx, Roque Fernandez, entre ellos. ¿Estaban “desenchufados” los líderes de Proyecto Sur en el momento que se tramaron en maloliente oscuridad los latrocinios eufemísticamente llamados “Plan Brady” y “megacanje” chupetista, bajo el gerenciamiento de Cavallo y los susodichos? ¿Por qué coinciden los líderes de PS en el boicot a una medida política de un gobierno representativo de la mayor parte de la sociedad, con los grupúsculos perpetradores, cómplices y defensores de estas aberraciones, que hoy se erigen en custodios de la virginidad de las reservas acumuladas en el BCRA, pese –y no gracias- a ellos? ¿No les incomoda ni un cachito semejante compañía?
Una nota de Infosur reza: “¿Sabias que…? 1) El pago que hace año tras año la Nación supera ampliamente los presupuestos de salud y educación sumados. 2) …La enorme magnitud de la deuda hace que la Argentina pueda pagar anualmente, solo el monto del interés generado en un año y no la deuda en si misma, es decir: la deuda no disminuye, sino que por el contrario aumenta, para que el año siguiente se repita el ciclo. 3) Este ciclo ya lleva más de 30 años cuando en épocas de dictadura se contrajeron las primeras deudas. De esta manera, la Argentina pago más de 20 veces la deuda original y en lugar de cancelarla, la misma aumentó en más del 1500%.(…)”

¿Por qué esperaron que se pagaran intereses usurarios durante 30 años y vienen a denunciar -¡en enero de 2010 y en el fuero penal!- a Cristina por adoptar una medida política que disgusta a PS, tanto como a los banqueros y buitres de toda calaña, que permitiría ahorrar algunos millones de dólares en concepto de intereses, al hacer el pago con una parte ínfima de las reservas por las cuales los bancos nos pagan el 2,5% de interés anual, mientras nos cobran alrededor del 14% por la deuda que es su negocio y nuestra ruina?; ¿Por qué si el verdulero de la esquina se da cuenta que esto puede ser beneficioso para el país, los ilustrados opositores no?; ¿Por qué no encaran con seriedad el debate de fondo: qué destino dar a las reservas que son un ahorro de la sociedad argentina? ¿Deben volver a ella para generar y distribuir riqueza o deben seguir depositadas en bancos extranjeros que hacen pingües negocios con nuestro dinero?

(Ver nota de Alfredo Eric Calcagno, “Para qué sirven las reservas”, www.elargentino.com 09-02-10, reproducida por Miradas al Sur)


Me pregunto:

¿Será que prefieren que la economía se vaya al diablo para aparecer ellos como los candidatos que salvarán a la Nación de “los K” en las próximas elecciones? ¿Siguen aferrados a las fórmulas troztko-infantilistas: “cuanto peor, mejor”; “todo o nada”?



La raíz del problema minero que Solanas denuncia con bombos, platillos, y películas, reside en la tansferencia de las competencias sobre los recursos no renovables del subsuelo de la Nación que hizo el menem-cavallismo a los gobiernos provinciales mediante la Ley Nº 24.228, del 26-07-93, denominada “Acuerdo Federal Minero”, ratificada por la Reforma Constitucional de 1994, en la cual el arriba citado participó siendo Diputado Nacional. ¿Por qué no denunció en aquél momento ante el fuero penal a los artífices de esta decisión? ¿Por qué avaló con su firma como Convencional Constituyente aquella reforma basada en el lamentable “Pacto de Olivos”, cuyas consecuencias hoy lo enfurecen? ¿Por qué tergiversa sistemáticamente los hechos con tanto griterío denuncista y oculta a la audiencia que no es este Gobierno Nacional el responsable de tal situación?
¿Por qué el verdísimo Proyecto Sur no incluye entre los recursos que deben preservarse el suelo y el agua? ¿Por qué en lugar de promover una ley de reforma agraria en un país que figura en el tope del ranking en cuanto a concentración de la tenencia de la tierra –reconocida como una de las principales causas del deterioro de los suelos, amén de una injusticia social tremenda- el impetuoso dipu-economista Lozano votó en contra del proyecto de ley surgido de la resolución 125? ¿Estaba “desconectado” de la instalación eléctrica cuando, al igual que Biolcatti, Bussi, De Ángelis y compañía, se negó a reconocer que la ley hubiera favorecido a los pequeños agricultores del interior?; ¿Decidió Solanas por una cuestión de fotogenia amontonarse junto a María Eugenia Estensoro, Patricia Bullrich, Elisa Carrió, Mariano Grondona, Federico Pinedo, Gerardo Morales, Mauricio Macri, Francisco De Narváez, Vilma Ripioll(¡!), los panzones de la Sociedad Rural, CARBAP, CRA, el inimputable Venegas, el Grupo Clarín y el patético Vicepresidente del voto “no-positivo”? ¿Por qué adoptó ante cámaras un discurso de tribuno romano ofendido justificando con un asunto colateral, su alianza de hecho con este elenco de filme clase B que evoca “El regreso de los muertos vivos”?
¿Por qué Proyecto Sur inicialmente se opuso al Proyecto de Ley de Medios Audiovisuales, superior en todo al Decreto-ley 22.285 de la dictadura militar y al proyecto de ley de radiodifusión elaborado por Solanas cuando fue Diputado, alineándose junto a Clarín, Carrió, Pinedo, Estensoro y sus restantes amigos, aduciendo 25 razones de una puerilidad asombrosa? ¿Por qué la vanguardia iluminada de Proyecto Sur después dio marcha atrás, justificando el abrupto giro con el inverosímil argumento de que ellos habían sido los artífices de la reforma que hacía del vicioso proyecto oficialista una virtuosa ley “pinista”? Afirmación falaz para disimular la bronca -interna y externa- desatada contraPS a raíz de la decisión de dos dirigentes que, en función de su posicionamiento mediático, no tuvieron ningún prurito en colaborar con la mentirosa campaña de una derecha enceguecida por el odio y obsecuente del oligopolio multimedia sin cuyo patrocinio nadie sabría que existe.
Con su virulento discurso de izquierda al ingresar al escenario, fugas futuristas hacia el proscenio y abruptas salidas por los bastidores de la derecha, la actuación de los líderes de Proyecto Sur es desconcertante (y en algunos casos desopilante).

Amistosamente les pregunto: ¿Cuál es el proyecto de país que Proyecto Sur propone, amén de la nacionalización de los hidrocarburos y la recuperación de los ferrocarriles? ¿En caso de ser gobierno, cómo declararán el default? ¿En el Congreso Nacional ante cámaras, al estilo Adolfo, o remitiendo una carta-documento con copias de los filmes de Solanas a los bancos y tenedores de bonos externos, para que comprendan la injusticia de querer cobrarnos la plata que ellos están re-convencidos que les debemos y desistan de utilizar su poder de coacción contra nuestro país? ¿Investigarán, denunciarán en el fuero penal y expropiarán a los productores de la deuda fraudulenta y a los fugadores seriales de dólares a paraísos fiscales, algunos de cuyos nombres y apellidos afirma tener el showman Redrado? (ver lista en www.miradasalsur.com) ¿Contratará Pino al “golden boy” para su próximo filme ahora que se quedó sin trabajo? ¿Rodará con él y sus amigos una remake de “El Padrino” en versión criolla o los denunciará en el fuero penal? ¿Qué harán con la minería? ¿Reformarán la Constitución y abolirán la ley arriba citada para que los recursos vuelvan a ser administrados por la Nación? ¿Elevarán los -ínfimos- cánones que ahora pagan las empresas concesionarias? ¿Clausurarán las minas? ¿Iniciarán juicios en el fuero penal a los empresarios y gobernadores involucrados en los delitos de lesa minería?; ¿Promoverán una ley de reforma agraria, una de reforma del sistema financiero y otra de reforma del sistema tributario para impulsar la redistribución de la riqueza o las objetarán por entorpecer el vuelo de las aves acuáticas si las presentara el PEN? ¿Se unirán a las plegarias opositoras sobre la divina autonomía del BCRA, según la biblia de Martinez de Hoz-Cavallo-Redrado-Pinedo-Carrió-De Narváez-Grondona-Pinedo-Macri-Morales, o defenderán que esa institución sea puesta al servicio de la producción, la justicia social y el desarrollo del país en la línea Cristina-Heller-Marcó del Pont-Grupo Fenix?

Apreciadísimos ex compañeros: ¿Por qué Proyecto Sur es rehén de la hybris -según los griegos: apetencia desmesurada de poder, unida al desprecio hacia el espacio personal ajeno y falta de control sobre los propios impulsos- de algunos de sus fundadores y sus cuadros con trayectoria solo atinan a someterse a un hechizo lumínico de evidente raigambre autoritaria? ¿Por qué personas con probados conocimientos de metodología avalan semejante vendaval de inconsistencias ideológicas, políticas, semánticas y lógicas? ¿Será que, al no haberse vacunado en el momento oportuno, la “enfermedad” típica de cierto progresismo argentino, atacó a los líderes de Proyecto Sur de manera tardía e irremediable?

2 comentarios:

Abel dijo...

Muy buen post y excelente análisis. Nada que agregar.

Saludos.
Abel

daniela dijo...

Terrible análisis (en el buen sentido eh!).
Y con respecto a las últimas interrogantes, son cosas que también, amistosamente, le he preguntado a proyectosuristas; pero corren el arco olímpicamente.

Saludos. :)