El odio no es un dato menor.
Por: Prof. Delia Añón Suárez.
Supongo que, sobre todo a todos los que militamos en el peronismo, las reacciones que provoca la Presidenta Cristina Fernández deberían inquietarnos mucho, demasiado.
Muchas mujeres al hablar de ella se enfurecen de un modo inexplicable, y siempre aludiendo a detalles que nada tienen que ver con lo político.
Muchos varones, en cambio, demuestran su odio negándola, hablando de Néstor Kirchner cada vez que se menciona algún dato de la realidad nacional.
El rejunte opositor enardecido menciona la crispación como patrimonio de Néstor y Cristina, con un nivel de violencia tan exacerbado que provoca reacciones que van desde la carcajada al temor. Creo que a eso, en sicología, lo llaman proyectar. Algo así como querer poner en los demás lo que nos pasa a nosotros. Y sí, el rejunte está crispado…
Pero sucede que la historia ya no nos puede permitir ser tan caprichosos, autoritarios y violentos.
El odio que suscitó Evita quedó plasmado en la memoria de nuestro pueblo por los ataques que sufrió con la dictadura salvaje del ´55 –me niego a llamarla como se la llama en los libros de historia “revolución libertadora”. De eso no nos podemos olvidar, no puede haber un peronista por más “disidente” que se considere que alimente un fuego del que, sin dudas, finalmente saldrá chamuscado nuestro pueblo.
Gracias a la toma de conciencia popular, poco espacio queda ya para que las fuerzas armadas acompañen el delirio. Pero no me tranquiliza, porque ahora los golpistas operan a cara descubierta desde las instituciones.
El saqueo de comisiones que llevaron adelante en el Senado es realmente escandaloso, y lo peor del caso es que los medios de comunicación lo “vendieron” mayoritariamente como un triunfo opositor, como si hubiera una oposición. Porque si la hay deben, por ejemplo, formar un solo bloque y constituirse todos amontonados en una primera minoría. Pero ni aún así saldrían triunfantes porque se haría más evidente aún la traición a sus votantes.
¿Cómo se hace para ser socialista y estar sentado al lado de todo el neoliberalismo vernáculo o de sus testaferros? ¿Cómo hace un radical para objetar las posturas desarrollistas? ¿Con qué cara ruegan que Menem los acompañe con su voto? ¿De cúanta desfachatez son capaces cuando claman por “un cambio en la política”? ¿Duhalde no se dio cuenta todavía de que Kirchner -cuando el pueblo lo consideraba “su pollo”- salió segundo? La popularidad de Néstor creció justamente cuando nos dimos cuenta muchos de que era capaz de poner en cuestión, aunque de a poco, el modelo que la dictadura había instaurado y la Democracia no había sido capaz de enfrentar.
Para el “peronismo disidente” y la cara de póquer con que objetan las medidas económicas, recomiendo releer la verdad N° 16: Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
También tengan presente que, en las urnas, el pueblo siempre hace tronar el escarmiento.
Prof. Delia Añón Suárez
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